traducido por Martin Ant - hispanismo.org
Una de las principales equivocaciones en la que insisten a menudo los recién llegados a esta materia es que el “Crédito Social” debe ser alguna forma de socialismo ya que, después de todo, la frase comprende la palabra “social”. Así que para que no haya confusiones, permítaseme dejar claro que, a pesar de las apariencias de la palabra “social” en el “Crédito Social”, el Crédito Social no solamente no es socialista, sino que es decididamente antisocialista.
Como expliqué en mi libro Social Credit Economics, la economía del Crédito Social rechaza la doctrina de la lucha de clases, rechaza la colectivización de los medios de producción, rechaza la economía centralmente planificada o la economía dirigida, rechaza el estado de bienestar (con su mecanismo de impuestos redistributivos), y rechaza las formas trastornadas y excesivas de regulación económica. ¿En qué sentido, pues, podría ser el Crédito Social calificado de socialista? Por el contrario, el Crédito Social aboga por la libre empresa (iniciativa personal, la búsqueda del beneficio como motor del empresario, la propiedad privada, y los mercados libres), siempre y cuando estos elementos individualistas pueden ser apropiadamente coordinados de tal forma que sirvan efectivamente al bien común de todos los individuos en una sociedad. Lo que el Crédito Social busca es: “una sociedad fundamentada en la irrestricta libertad del individuo para cooperar en un estado de cosas en donde la comunidad de intereses y el interés individual sean simplemente diferentes aspectos de la misma cosa.” [1]
Si bien es cierto que las preocupaciones que son compartidas por muchos socialistas son preocupaciones perfectamente legítimas: pobreza, explotación, desigualdades económicas muy grandes, degradación medioambiental, etc., sin embargo los métodos que abogan los socialistas son, en mayor o menor medida, ineficaces para vérselas con estos problemas. Tienden a engendrar también otros problemas como contraprestación inevitable: la pérdida de la libertad individual, el incremento del servilismo, y la centralización del poder en arrogantes burocracias gubernamentales, etc. El Crédito Social propone que es posible, a través del tipo de reforma monetaria por el que Douglas abogaba, ocuparse adecuadamente de los anteriores problemas sin generar al mismo tiempo estas otras dificultades.
[1] C.H. Douglas, Economic Democracy, 5ª ed. (Sudbury, Inglaterra: Bloomfield Books, 1974), 142-143.