traducido por Martin Ant - hispanismo.org
Al hojear la literatura del Crédito Social, una frase que uno se encuentra muy frecuentemente es la de “Monopolio del Crédito”. De hecho, El Monopolio del Crédito fue el título de la última principal obra técnica de C. H. Douglas dedicada a la exposición de la economía del Crédito Social. Puesto que la frase es empleada a menudo sin ser definida con precisión, y puesto que algunos Creditistas Sociales la usan sin ser conscientes de su significado exacto, podría ser un ejercicio útil detenernos un momento y focalizar nuestra atención en este particular fenómeno; un fenómeno que, más que cualquier otro, puede ser considerado como la característica central del sistema financiero estándar que actualmente rige en todo el mundo.
Tal y como mucha gente está ahora aprendiendo por primera vez, el dinero –la sangre vital de la economía– existe en una de estas dos formas: moneda o crédito. [1] La moneda se refiere a las fichas físicas de dinero, es decir, los billetes y monedas que se imprimen y acuñan típicamente por la autoridad gubernamental. El crédito, por otro lado, toma la forma de números intangibles que solían registrarse en documentos de contabilidad y que hoy en día se archivan en las bases de datos de los ordenadores. En nuestro mundo contemporáneo, la creación y emisión de crédito constituye la prerrogativa de los bancos privados.
Sí, así es. Permítanme repetirlo por enésima vez si es necesario: los bancos no prestan los depósitos de sus clientes; no son intermediarios entre ahorradores y prestatarios. En lugar de ello, son creadores de los depósitos que prestan, invierten o traen de cualquier otra forma a la existencia. ¿Cómo se realiza esto? Muy simple, mediante un acto de la voluntad que implica una prestidigitación contable, cuya confirmación es otorgada mediante sanciones legales, y cuyas reglas son las exigidas por la buena práctica empresarial. [2] En concordancia con los principios de contabilidad de doble entrada, la creación del crédito genera tanto un activo como un pasivo en los libros del banco. El crédito que se mantiene como un depósito en un banco, con independencia de su origen a través de un préstamo, una inversión o un gasto de operación del banco, se contabiliza como un pasivo, mientras que el préstamo, los títulos, la propiedad del banco, etc., se consideran como activos.
El “Monopolio del Crédito” es, por tanto, el monopolio que los bancos privados, o el sistema bancario privado considerado en su conjunto, ejercitan sobre la creación y emisión del crédito. Y, puesto que la gran mayoría de la oferta monetaria en cualquier punto dado del tiempo existe en forma de crédito bancario (esa cifra corresponde a más del 95% en las naciones desarrolladas), el “monopolio del crédito” de los bancos constituye casi el total del “monopolio del dinero”.
Véase también: Sí, Virginia, los bancos realmente crean dinero de la nada.
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[1] La definición aceptada del dinero por el Crédito Social tiene su origen en los escritos de un cierto Profesor Walker quien, en su libro Money, Trade and Industry, había dicho que el dinero consiste en “cualquier medio –sin importar de qué esté hecho o por qué la gente lo quiere– que nadie rechazará a cambio de sus bienes.”
[2] Sólo los bancos pueden crear crédito legalmente. Cualquier otro que intentara hacer lo mismo sería culpado de falsificación de dinero.