traducido por Martin Ant - hispanismo.org
A medida que crece el interés en la economía de Crédito Social, resulta importante proveer a la gente con resúmenes exactos y exhaustivos del análisis y de los remedios propuestos de Douglas. En lo que sigue, resumiré en siete puntos los rasgos más destacados de la aproximación del Crédito Social a las cuestiones económicas.
1. La economía existe para proveer a la gente, lo más eficientemente posible, de los bienes y servicios que necesiten para sobrevivir y florecer. Esto es, la producción existe por razón del consumo, y no por razón de hacer dinero, de empleo, de satisfacer el impulso creativo, o por razón de disciplina “moral” (considerados como fines en sí mismos). Y, desde luego, con toda seguridad no existe por razón de centralizar la riqueza y el poder en manos de una élite oligárquica.
2. El problema económico primario, que impide a la economía cumplir con su verdadero propósito (tal y como está resumido en el punto # 1), en la medida en que su cumplimiento sea físicamente posible, constituye una característica estructural del sistema financiero convencional: hay una deficiencia crónica de poder adquisitivo del consumidor, o una brecha macroeconómica entre el ritmo de flujo de precios al por menor y el ritmo al que los ingresos son distribuidos por la correspondiente producción de bienes y servicios de consumo. El sistema establecido es inherentemente desequilibrado; la ley de Say no se sostiene.
3. Esta brecha tiene muchas causas [la obtención de beneficios (incluyendo beneficios derivados de cargas de interés), la reinversión de ahorros, las políticas bancarias deflacionarias, y los impuestos], pero se debe, principalmente, a la forma en que el capital real (máquinas y equipo) es financiado, y la forma en que sus costes son contabilizados luego bajo las actuales convenciones. Cada vez que se fabrica o reemplaza capital real, los costes de capital que se generan exceden a los ingresos del consumidor que son simultáneamente distribuidos. Esta brecha se intensifica mediante los ahorros netos.
4. El actual sistema económico emplea una variedad de paliativos con el fin de compensar la brecha (bancarrotas, ventas forzosas, balanzas comerciales “favorables”, etc.), pero, principalmente, se basa en que los gobiernos, negocios e individuos tomen prestado dinero-deuda adicional del sistema bancario privado. Gastando dinero en producción adicional, ya sea pública o privada, que el consumidor no comprará o por la que no pagará dentro del mismo periodo de tiempo, los ingresos del consumidor pueden ser aumentados sin incrementar al mismo tiempo el flujo de precios de bienes de consumo. De la misma forma, los préstamos a los consumidores pueden ayudar a reforzar el flujo existente de poder adquisitivo del consumidor. En la mayor parte, salimos del paso cubriendo la brecha con dinero-deuda. (Nótese bien; todo préstamo bancario crea dinero ex nihilo en forma de crédito bancario y toda devolución de un préstamo bancario destruye crédito bancario. La gran mayoría del suministro de dinero existe en forma de crédito bancario, y la mayoría del crédito bancario es emitido en forma de una deuda reembolsable).
5. Las consecuencias de estos paliativos convencionales son: el ciclo comercial, inflación constante (principalmente inflación por empuje de costes, aunque también inflación por tirón de la demanda), la mala dirección de los recursos, ineficiencia económica, despilfarro económico y sabotaje junto a crecimiento económico forzoso, una montaña cada vez más creciente de deuda social que, en su totalidad, resulta indevolvible, crisis financieras recurrentes, impuestos altos y a menudo crecientes, esclavitud salarial y esclavitud de deuda, servilismo, la usurpación de la plusvalía de la asociación por parte del sistema bancario privado, la centralización de la riqueza económica, de los privilegios y del poder en cada vez menos y menos manos, migración forzosa, desvertebración cultural, estrés y tensiones innecesarios, conflicto social, degradación medioambiental, y conflicto económico internacional conducente a la guerra, etc., etc.
6. La solución del Crédito Social al problema de la brecha es la de tener un órgano del estado políticamente independiente, una Oficina de Crédito Nacional, que continuamente emita, sobre la base de estadísticas pertinentes y conexas, un volumen suficiente de crédito de tal forma que los consumidores puedan adquirir el “excedente” de bienes y servicios que se están produciendo. Este crédito ha de emitirse libre de deuda y en lugar de todos los paliativos convencionales que actualmente son empleados para intentar arreglar la brecha.
Con el fin de reflejar exactamente la realidad física, un cierto volumen de este crédito compensatorio se utilizaría para rebajar los precios al por menor de acuerdo con la tasa de consumo/producción. El verdadero coste de la producción lo constituye el consumo. De ahí que la producción no debería costar, en términos financieros, más de aquello que se gastó en el consumo que fue necesario para traer a aquélla a la existencia. La venta de los bienes al consumidor por debajo del coste y la cobertura al minorista de la diferencia permitirían a la producción poder ser vendida a su “Justo Precio”, es decir, el precio que refleje su verdadero coste.
El resto del crédito compensatorio ha de ser emitido en proporciones iguales a cada ciudadano, con independencia de que esté o no empleado en la economía formal. El Dividendo Nacional se justifica moralmente por el hecho de que cada ciudadano es considerado justamente como un accionista dentro de su asociación económica así como heredero de la herencia cultural de la sociedad. Es la herencia cultural (las invenciones y descubrimientos de pasados científicos, ingenieros, organizadores, etc.) lo que hace posible el mayor factor en la producción moderna, es decir, el capital real. Y es el capital real el que es primariamente responsable de la brecha precios-ingresos. Por tanto, la forma más apropiada de rellenar esta brecha consiste en reconocer que los individuos son los usufructuarios del capital real y merecen recibir un dividendo en base a su funcionamiento. El Dividendo Nacional se justifica pragmáticamente por el hecho de que la economía necesita una inyección de crédito libre de deuda con el fin de poder funcionar dentro de un equilibrio real o auto-liquidante, y también necesita proveer a aquéllos cuyo trabajo ya no es más necesario en la economía formal (a causa de los avances tecnológicos y de la mejorada eficiencia de la producción) de un ingreso, de tal forma que puedan, sin embargo, adquirir bienes y servicios. Una política de pleno empleo no tiene absolutamente ningún sentido desde el momento en que la eficiente producción de aquellos bienes y servicios que la gente puede usar con provecho para ellos mismos, no necesita –dentro del contexto de una economía moderna, industrial– de la plena capacidad de la fuerza laboral disponible.
El sistema económico del Crédito Social consiste simplemente en la libre empresa (es decir, la propiedad privada de los medios de producción, el libre mercado, la libre iniciativa, y un ánimo de lucro funcionalista) unido a un honesto sistema financiero. No es socialista ni capitalista, sino que es más bien distributista en su orientación: por medio del dividendo todo ciudadano se vería garantizado con un derecho mínimo sobre la producción hecha posible por el capital real. El Crédito Social transformaría la sociedad en una gigante cooperativa de reparto de beneficios.
7. La consecuencia de la reforma monetaria del Crédito Social sería el establecimiento de la seguridad económica absoluta para todo ciudadano, en lugar de la pobreza y la amenaza de pobreza, incrementando el ocio en lugar del servilismo (es decir, liberación respecto de la esclavitud salarial, de la esclavitud de la deuda, y del empleo inútil, tonto y/o destructivo), la eliminación de la crónica e impagable carga de la deuda de la sociedad así como de las cargas de interés que la acompañan, la descentralización de la riqueza y del poder económicos para el individuo, la eliminación del despilfarro y del sabotaje económicos, continuas reducciones en los precios en lugar de inflación, impuestos mucho más bajos, mucha menos regulación e interferencia gubernamentales, cooperación económica en lugar de competencia implacable, estabilidad social, la transformación de la civilización sobre la base del desencadenamiento del impulso creativo y del florecimiento tanto de la cultura popular como de la alta cultura, protección, conservación y reparación medioambiental, y comercio internacional mutuamente beneficioso, proporcionando una base sólida para la paz mundial. Todo aquello que sea físicamente posible y deseable, debería ser financieramente posible. Todo lo que se necesita es modificar el sistema financiero de tal forma que represente correctamente los hechos físicos y el potencial físico de la economía real.